Muchos días han pasado desde que el coronavirus puso al mundo a la expectativa del contagio por esta nueva enfermedad, que para muchos resultaba improbable que ésta pudiera recorrer los 13.914 kilómetros de distancia desde su país de origen China, hasta nuestra República Dominicana. Nos tomó por sorpresa la aparición del primer caso y aunque llegó por escala aún resultaba difícil de asimilar que la infección se propagara al punto de la necesidad de decretar un estado de emergencia. Al día de hoy nuestro país sobrepasa los 45 mil casos según el boletín #116 del ministerio de Salud Pública, ya son más de 900 fallecidos y el confinamiento sigue siendo nuestra principal arma.
Para mala suerte la coincidencia de un proceso electoral con los esfuerzos epidemiológicos hicieron un efecto negativo ante la lucha por controlar la propagación. Hoy estamos entre la disyuntiva del colapso de nuestro sistema de salud o el agotamiento de los recursos necesarios para lidiar con un estado grave secundario al COVID-19.
Independientemente de las diferentes opiniones sobre las acciones del ministerio de Salud Pública, entendemos que las autoridades han jugado su papel; campañas de concientización, llamado a estado de emergencia y sus implicaciones, la aplicación de muestras rápidas, el procesamiento de muestras PCR, pero para lograr un efecto positivo y que permita frenar el progreso del COVID-19 es necesario que esas medidas sean acatadas por la sociedad y es lo que no ha sido posible.
La idiosincrasia de nuestro pueblo va de la mano con la desobediencia y la indisciplina lo cual se ha puesto de manifiesto en estas circunstancias, el miedo a estar trancados y cohibidos de las libertades que brinda nuestra tierra ha interferido con el papel de las autoridades sanitarias y luego de las elecciones hemos visto como al levantar el toque de queda la gente se ha tirado a las calles a juntarse con amigos, asistir a fiestas, salones, plazas, restaurantes, se ha restablecido el transporte público lo cual ha provocado una pseudo seguridad de la gente en que la propagación del virus está controlada.
Las más de 190 mil pruebas procesadas, el aumento exponencial del número de fallecidos y los reportes de la falta de camas de cuidados intensivos, ventiladores, medicamentos y de centros en capacidad de atender pacientes graves, confirman que esa creencia de que el COVID-19 ya pasó, es falsa. De nada sirve que las autoridades se esfuercen si no cuentan con el apoyo de la sociedad
La falta de conciencia seguirá afectando las medidas y los recursos dispuestos para frenar el covid.
Las nuevas autoridades tendrán un gran reto por delante, realmente la situación de salud en la que nos encontramos amerita tratar el tema con alta responsabilidad, pero además los nuevos incumbentes son quienes emitieron críticas y cuestionaron las acciones de las autoridades salientes por lo que han creado una buena expectativa entre los dominicanos, pero que de nada servirá si como sociedad no se colabora.
¿Que pudiera suceder? el regreso al confinamiento, un toque de queda más estricto, medidas drásticas con respecto a la movilidad de la ciudadanía, mejor aplicación de pruebas, pero entendemos indispensable que sean habilitados más centros equipados para atender pacientes graves, más ventiladores, así como abrir paso a la investigación médica científica que nos permita recabar evidencias para el manejo de los pacientes.
Seguimos en las mismas situaciones que comenzamos, más casos, más fallecimientos, pero sin las elecciones, sin la campaña, con nuevas autoridades, pero con una alta confianza en que se sigan tomando medidas eficientes para frenar el covid y para ello las recomendaciones deben ir de la mano con la colaboración de toda la sociedad para poder pasar al fin de la covidianidad a la cotidianidad.