Por: Esmerarda Montero Vargas (Magíster en Comunicación Social. Investigadora predoctoral del Departamento de Comunicación Audiovisual y Publicidad Universidad del País Vasco/Euskal Herriko Unibertsitatea (UPV-EHU)
Internet ha cambiado el mundo, es un hecho, la forma en que nos comunicamos en la actualidad dista mucho de cómo lo hacíamos hace unas décadas, la capacidad que ofrecen los teléfonos inteligentes para reproducir mensajes, fotos y hasta nuestra ubicación ofrecen ciertas ventajas, pero también entraña un peligro constante, si no somos conscientes del uso que se hace de las redes sociales.
Así internet como conciencia colectiva pasa a ser un foro infinito e implacable donde todo el mundo opina, exige y condena, no me mal interpreten, estoy a favor de que todo el mundo pueda expresar su opinión, pero ¿qué ocurre cuando nos dejamos llevar por pasiones, odios y fobias para opinar sobre cualquier cosa, se tenga o no conocimiento de ello?
En la edad media el más mínimo comportamiento distinto era causa de reunir turbas, que con antorchas y toda clase de objetos perseguían y acosaban a aquel o aquella que el colectivo consideraba culpable, un proceso injusto y salvaje que hoy con mucha facilidad se recrea en las redes.
El peligro de poder decir cualquier cosa escondido tras un ordenador o teléfono, quita las inhibiciones y sensatez que se requiere para decir las cosas de frente, así las peores enfermedades de nuestro tiempo como la envidia y el odio en todas sus formas, encuentran un nicho desde donde reproducirse sin piedad ni control.
Así que aprovecho este espacio para formular unas preguntas que cada uno debe responderse a sí mismo, según su conciencia.
- Cada vez que pides la cabeza de alguien en alguna red social, ¿contrastas la información antes de usar el teclado para condenar?
- Cada vez que compartes un video indignante llamando a tomar las calles “porque esto se está acabando”, ¿te fijas en la fecha o la fuente para saber qué tan verídico o actual puede ser?
- ¿Cuántas veces has hablado pestes de un artículo solo por su título, sin leer o profundizar siquiera en la idea central o los datos que se exponen?
- ¿Por qué resulta tan fácil mandar a una mujer a ponerse pechos, llamar gordo a alguien o criticar su labor o su vida sin conocerla, sin saber de sus miedos o sus luchas?
Las redes son una herramienta, el uso que hacemos de ellas habla también de nosotros mismos. ¿No sería mejor reconocer que detrás de las imágenes hay personas, historias, ideas y que es necesario reflexionar antes de abalanzarse contra el otro, quizás reunir más información?
De lo contrario, estamos aportando más caos y confusión a un mundo que de por si ya está enfermo de muchos males, las redes efectivamente han cambiado el mundo pero el uso que le demos dictará si es a mejor o peor.
Me despido con esta cita el experto en estrategia digital y social media Pedro Rojas, que me parece más que necesaria: “Las redes sociales sin objetivos son como una silla mecedora; mucho movimiento, pero no te llevan a ningún lado” .
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