Desde hace tiempo la respuesta a esta pregunta de carácter estratégico ha sido una de mis preocupaciones más persistentes y es oportuno recordar algunos párrafos fundamentales de uno de mis artículos sobre el tema escrito el 20 de febrero del 2014 con el título “Venezuela: el contraataque más eficaz”, publicado por primera vez en Kaosenlared y Diario Dominicano el 22 de febrero de ese año):
“En Venezuela está decidiéndose el futuro próximo del proceso bolivariano y en buena medida el curso de la ola hacia la segunda independencia continental y las trasformaciones democráticas post-neoliberales, por lo que se hace necesario profundizar en el análisis de lo que acontece en ese país hermano y en las opciones que podrían cortar de raíz las recurrentes ofensivas contrarrevolucionaria de corte fascista y conjurar incluso los riesgos de un giro favorable a las derechas en el terreno electoral”.
“Es preciso mirar más allá de la curva y de esta coyuntura crítica, una más de una cadena desgastante y cada una más difícil de manejar que la anterior.”
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“… pienso que el necesario contra-ataque revolucionario… debería fundamentalmente embestir en forma bien pensada y planeada contra el gran capital, sus grandes empresas y corporaciones, sus poderosos y mentirosos medios de comunicación, sus bancos, sus empresas importadoras, su apropiación del mercado, sus latifundios, sus anti-valores, sus universidades y colegios, su cultura, su ideología…"
“…de esa gran matriz, de la burguesía transnacional y la gran burguesía dependiente, emana el alimento espiritual y material de la contrarrevolución, del fascismo en auge, de la guerra económica (desabastecimiento, sabotaje interno, parálisis inducidas, robo y distracción de divisas, soborno a la burocracia inescrupulosa, especulación…), y su perversa guerra mediática, para-militarismo, violencia callejera y conspiración militar bajo tutela CÍA, Pentágono, Mosad.”
“Mucho se ha tardado en marcharle a ese problemón”.
“A ese monstruo -además de herirlo con el rescate de la soberanía, la recuperación y redistribución equitativa de la renta petrolera, los programas sociales, la toma del Estado a nombre de lo popular, el anti-imperialismo, la creación del ALBA y la Celac, las proclamas anticapitalistas y pro-socialistas- hay que romperle inteligentemente el epiplón…, hay que expropiarlo progresivamente, hay que debilitarlo social y políticamente".
“No hay de otra para desinflar definitivamente las viejas y las nuevas derechas políticas… que han escogido a Leopoldo López como líder de la sedición violenta y a Capriles como su eventual opción electoral, ambos fichas de un imperialismo fascistoid”.
“Parece agotarse ya la coexistencia de ese gran Estado distribuidor de una enorme renta petrolera (con cierto espíritu de justicia y gran sentido nacional y latino-caribeño), con esa poderosa burguesía privada y dependiente que fue desplazada de él, pero no liquidada…”.
¿Qué les parece, cuatro años después?
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