La explosión ocurrida el pasado día 4 en el puerto de Beirut ha golpeado a un país, Líbano, "ya muy frágil, tras meses de crisis económica y de pandemia" de coronavirus, por lo que los efectos adversos de la catástrofe durarán mucho tiempo, vaticinó hoy el Comité Internacional de la Cruz Roja (CICR).
La organización, que trabaja sobre el terreno para atender a víctimas y afectados por el siniestro, que causó 137 muertos y 5.000 heridos, subrayó que unas 250.000 personas se han quedado sin hogar debido a la explosión, algunas de ellas se han visto obligadas a dejar la capital, y varios hospitales en la zona afectada han sufrido graves daños.
"Líbano seguirá sintiendo durante largo tiempo los efectos de la explosión, ya que, además de las pérdidas de vidas humanas y los heridos, se ha quedado mucha gente sin hogar y sin su modo de vida", se indica en un comunicado del CICR, que expresó su compromiso de "apoyar al Líbano en estos momentos difíciles".
Cruz Roja subraya además que la destrucción del puerto beirutí tendrá un efecto devastador, al reducir la capacidad importadora del Líbano y las posibilidades de recibir ayuda humanitaria tanto para esa nación como para la vecina Siria.
Asimismo, el CICR indicó que ha entregado ayuda médica a 12 centros médicos de Beirut y sus alrededores y recordó que desde 2016 colabora directamente en el Hospital Rafik Hariri, que es el principal centro de respuesta a la pandemia de COVID-19.
La explosión de cerca de 3.000 toneladas de nitrato de amonio almacenadas desde hacía años en el puerto generó una onda expansiva que afectó a edificios y viviendas en varios kilómetros a la redonda, lo que causó, además de las víctimas, pérdidas materiales por valor de entre 3.000 y 5.000 millones de dólares.