Esta fue la expresión de uno de los estudiantes que formaba parte de un pequeño grupo víctima de un atraco la semana pasada mientras recesaban durante su jornada de 60 horas de servicio como requisito para graduarse de bachilleres. El hecho ocurrió en la avenida España, justo cuando los jóvenes transmitían en vivo por Facebook.
Este no fue el único hecho noticioso que tuvo como protagonistas a jóvenes en una semana que no fue la más afortunada para ese segmento de nuestra población. También se hizo viral un video grabado en una escuela donde se alcanza a ver a un mozalbete proponiendo a una estudiante relaciones sexuales con palabras impublicables al tiempo que le “obsequia” un preservativo, en una parodia de petición de mano de manera pública, como se ha hecho popular en estos tiempos.
Durante la misma semana, en otro centro educativo, un estudiante recibió la visita de un hombre con quien presuntamente mantiene una relación homosexual. El visitante le obsequió como regalo de San Valentín un “peluche” al tiempo que se abrazaron y besaron sin el menor rubor. Los dos últimos acontecimientos se produjeron ante los aplausos y la algarabía de decenas de compañeros de clase. Otro joven dominicano se jactó de burlar el peaje de la Autopista Las Américas, lo cual puede apreciarse en un video que también cautivó la atención de todo el país.
- Lee también: Perdonar: el gran desafío de los procesos de paz
De todos estos eventos nada convencionales se podrían desprender abundantes reflexiones, a partir del análisis del comportamiento de nuestros jóvenes, respecto al derrotero que ha tomado nuestra sociedad. No obstante, quiero enfocar la atención en el hecho de que cada uno de los casos citados no solo quedó captado en las cámaras de cuantos celulares habían para las ocasiones, sino que todos los videos fueron colgados en las redes por los mismos protagonistas o, en cualquier caso, el hecho de permitir las grabaciones debe ser tomado como una suerte de permiso, en franco desafío a los convencionalismos y los valores tradicionales.
En los últimos años la juventud dominicana ha estado dando señales de inconformidad y protesta contra algunos paradigmas sociales, no hay dudas, y debemos abordar estos temas con la mayor transparencia. Pero también podemos apreciar que muchos comportamientos desadaptados no son más que síntomas de un cáncer que ha hecho metástasis en nuestro cuerpo social y que tiene su etiología en los modelos o referentes inadecuados que los adultos presentamos a nuestros jóvenes.
El peor atraco (o “atracadillo”, para seguir la onda) de que ha sido víctima la juventud dominicana durante las últimas décadas ha sido perpetrado por representantes de ciertos sectores del estatus quo de quienes esos muchachos han hecho una verdadera sátira. Por tal razón, somos nosotros los adultos los que tenemos que cogerlo “suavillo” y no seguir cometiendo “atracadillos” contra los jóvenes, robándoles impunemente la inocencia, la alegría y la esperanza.
Esto aplica a los políticos corruptos, a los sacerdotes pedófilos, a los padres y las madres cómplices e irresponsables, a los maestros incompetentes y a otras figuras de autoridad. Ellos ignoran que sus acciones también se transmiten en vivo para un público joven a los que debemos brindar redes, pero de apoyo, seguridad y confianza, proporcionándoles y haciendo virales los buenos ejemplos.
Z Digital no se hace responsable ni se identifica con las opiniones que sus colaboradores expresan a través de los trabajos y artículos publicados. Reservados todos los derechos. Prohibida la reproducción total o parcial de cualquier información gráfica, audiovisual o escrita por cualquier medio sin que se otorguen los créditos correspondientes a Z Digital como fuente.