El científico costarricense y exastronauta de la NASA, Franklin Chang, abogó este lunes para que en Costa Rica se le brinde una oportunidad a las tecnologías de hidrógeno como una herramienta para convertir al sector del transporte en uno menos contaminante.
"En Costa Rica no queremos que se cierren las puertas. No estamos diciendo que la solución es esta y tampoco que es la única solución. La solución es más una mezcla, hay nichos para las baterías y hay nichos para el hidrógeno", declaró Chang.
El científico, que en su empresa Ad Astra Rocket desarrolla un motor de plasma para viajes al espacio y tecnología de hidrógeno para el transporte, afirmó que "lo importante es que Costa Rica no cierre las puertas al hidrógeno prematuramente por dictámenes de pseudoexpertos".
Sobre la tecnología del hidrógeno hay muchas dudas a nivel global, sobre todo acerca de su eficiencia energética y los costos de producción, lo que para Chang son válidas, pero muchas veces rebatibles.
"Los vehículos eléctricos eran muy populares antes de los de combustión interna, pero el petróleo se convirtió en algo muy barato, la gente no se percató que iba a contaminar el medio ambiente y es lo que tenemos ahora", explicó Chang.
El científico agregó que a la hora de debatir sobre los costos hay que tomar en cuenta variables como la contaminación del aire y las enfermedades que ésta ocasiona en las personas.
"Cuando se hablan de costos se debe incluir el de la salud pública. Si se dice que (el desarrollo de tecnologías de hidrógeno) es muy caro comparado con un motor de diésel, se debe comparar el costo de la contaminación del aire y los efectos en la salud pública", manifestó.
La empresa de Chang opera en su sede en la provincia de Guanacaste (noroeste) un autobús a base de hidrógeno, en el que se movilizó el presidente de Costa Rica, Carlos Alvarado, el pasado 8 de mayo durante la ceremonia de su investidura.
Mediante esa acción, Alvarado quiso enviar un mensaje de que durante su mandato de cuatro años dará un impulso al desarrollo de energías limpias.
"La voluntad política es muy importante porque ninguna de las disrupciones ocurren si no hay un aval político, la tecnología ciega no necesariamente pega", comentó Chang.
Sobre la eficiencia energética del hidrógeno en el transporte, el científico reconoció que es menor a la de una batería eléctrica, pero advirtió que hay elementos que se deben tomar en cuenta, sobre todo cuando se piensa en eficiencia financiera.
"Agarrar la energía solar, convertirla en electricidad y almacenarla en una batería es más eficiente que hacerlo en hidrógeno. Pero las baterías no guardan mucha energía, son pesadas y tardan mucho en cargarse", comentó.
Chang dijo que cuando se suman esos factores el argumento de la eficiencia energética de los vehículos eléctricos de batería "va perdiendo un poco fuerza", porque "se necesitará un vehículo más pesado, con menos carga útil, de menos rango y con más tiempo para recargar".
Las empresas, dijo el costarricense, deben analizar que los autobuses eléctricos de batería y los de hidrógeno tienen costos similares, y que para cargar una batería con electricidad se necesitan cerca de 6 horas.
Chang destacó que Costa Rica tiene un gran potencial para desarrollar las energías limpias, por ejemplo la solar, y de almacenarlas por medio del hidrógeno.
"El hidrógeno es una forma de almacenar la energía limpia que tenemos. Costa Rica tiene grandes cantidades de fuentes limpias que no ha explotado todavía. La energía solar y la eólica son intermitentes y mucha de esta energía se desecha porque no la podemos guardar. El hidrógeno viene a llenar ese vacío", destacó Chang.
Chang participa este lunes y mañana junto a otros científicos, académicos y empresarios internacionales, así como autoridades del Gobierno de Costa Rica, en el Primer Foro Internacional del Hidrógeno.
En este evento se discute el papel del hidrógeno en la descarbonización de la economía, el estado actual de la tecnología de hidrógeno, y las perspectivas de Costa Rica sobre su utilización en su matriz energética, incluyendo el transporte.
En Costa Rica la importación de hidrocarburos durante 2016 significó una factura de 1.000 millones de dólares y el 70 por ciento de las emisiones de gases contaminantes proviene del uso de ese combustible.