Centenares de personas volvieron a manifestarse ayer viernes en Santiago de Chile, a un mes del histórico plebiscito por una nueva Constitución y a pocas semanas del aniversario del estallido social, el pasado 18 de octubre, que marcó el inicio de la actual crisis que vive el país.
La céntrica Plaza Italia, rebautizada popularmente como "Plaza Dignidad", volvió a ser el punto de encuentro del descontento ciudadano, con una marcha de un grupo de sanitarios que reclamaban mejoras salariales de forma pacífica pero que terminó con disturbios y enfrentamientos.
Al encuentro se fueron sumando otros grupos de personas que se dispersaron entre las inmediaciones de la glorieta de la plaza, el parque y las calles colindantes y que llevaron a las autoridades a hacer cortes en varias vías.
La marcha estuvo controlada por un gran contingente de Carabineros (Policía militarizada) que trataron de dispersar el encuentro con los habituales carros lanza-aguas y con botes de gas lacrimógeno y que llevaron a cabo al menos 4 detenciones.
Los manifestantes lanzaron consignas contra el actual Gobierno y se mostraron simpatizantes con la opción de aprobar la redacción de una nueva Carta Magna en el referéndum que tendrá lugar el próximo 25 de octubre, planteado como la vía política para poner fin a las revueltas sociales.
Horas antes, por la mañana, partidarios de las dos opciones del referéndum, el de aprobar la creación de una nueva ley fundamental y el de rechazarla y mantener la actual, se reunieron en distintas puntos de la capital para celebrar el arranque de la franja televisiva y para hacer propaganda electoral.
La votación es la más importante en tres décadas de democracia al abrir la posibilidad de dejar atrás la actual Constitución, redactada durante la dictadura (1973-1990), y cuya derogación podría traducirse en cambios profundos en el modelo político y económico en respuesta a las demandas por un modelo socioeconómico más justo.
Tras cinco meses de paréntesis por el confinamiento, las protestas se reactivaron el pasado mes de agosto, coincidiendo con el levantamiento gradual de las restricciones sanitarias que vive el país desde hace semanas.
Chile, con 453.868 casos y más de 12.000 muertes por coronavirus desde que se registró el primer caso el pasado marzo, inició un proceso de apertura hacia el desconfinamiento con un plan organizado por barrios en función de la epidemiología del virus.
La mayor parte de las zonas de la capital han salido ya de la cuarentena total lo que ha permitido que los ciudadanos vuelvan a convocar encuentros de frecuencia semanal cada viernes.
Chile vive la crisis social y política más grave desde el fin de la dictadura de Augusto Pinochet (1973-1990), que se saldó con una treintena de muertos y miles de heridos, además de episodios de violencia extrema con saqueos, incendios y destrucción de mobiliario público.