Durante las últimas décadas, fueron varias las veces en que la tecnología fue señalada como una gran amenaza para la educación. Sucedió con la llegada de las calculadoras, durante el apogeo de Google, así como con la aparición de Wikipedia. Hoy, la educación tiene por delante otro desafío: el saber adaptarse a las nuevas tecnologías como la Inteligencia Artificial, que tal como confirman algunas estadísticas, llegaron para quedarse.
En ese sentido, ESET, compañía líder en detección proactiva de amenazas, analiza esta nueva modalidad y cómo se podría transformar ese miedo inicial en una herramienta más para potenciar la enseñanza.
Desde el lanzamiento de ChatGPT, fueron más de 100 mil millones de personas las que ingresaron para obtener algún tipo de respuesta del chatbot.
Las empresas, en la actualidad, lo utilizan para responder consultas de usuarios, redactar correos electrónicos, configurar reuniones, por solo citar algunos ejemplos. Como no podía ser de otra manera, el campo de la educación se ve impactado por este fenómeno global.
Algunos casos donde ChatGPT es utilizado de una forma disruptiva y formativa, son el caso de profesores que solicitan a sus estudiantes que generen un texto sobre un tema a elección con la ayuda del chatbot, para que luego ellos mismos puedan encontrar los errores. Pero sus beneficios podrían ir aún más allá, como usarse para abordar temáticas de manera más interactiva, generar debates y contrapuntos, organizar planes de estudios personalizados según la necesidad de cada persona, y hasta su aplicación para el ahorro de tiempo en tareas administrativas.
“Tal como sucede con los avances tecnológicos en general, todo depende de la intención u objetivo con que se usen. Que se convierta en su mejor aliado o en su peor enemigo, como siempre, está en nuestras manos”, explica Camilo Gutiérrez Amaya, jefe del Laboratorio de Investigación de ESET Latinoamérica.
La Sociedad Internacional para la Tecnología en la Educación (ISTE, según sus siglas en inglés), es una organización sin fines de lucro, y que principalmente incentiva el uso de la tecnología en la enseñanza. Así lo confirman las palabras de su propio director general, Richard Culatta: “¿Si ChatGPT mató a las evaluaciones? Probablemente, ya estaban muertas, y han estado en modo zombi durante mucho tiempo. Lo que hizo ChatGPT fue llamarnos la atención sobre eso. Nuestra pregunta ahora debe ser qué tenemos que hacer para que los jóvenes estén preparados para un futuro que no está tan lejos”.
Del otro lado de la vereda, hay quienes aún ven a la Inteligencia Artificial como un atajo directo a la trampa, que aleja a los estudiantes del aprendizaje. Un test realizado recientemente en los Estados Unidos avala esta corriente, ya que demostró que ChatGPT estaría en condiciones de aprobar exámenes universitarios en carreras de Derecho y Negocios. “Más allá del debate del impacto que puede generar la utilización de la Inteligencia Artificial como una herramienta más en la educación, hay un tema que es ineludible: el de la seguridad. De hecho, son varios los países en los que ChatGPT no se encuentra disponible en línea con las leyes regulatorias vinculadas a Internet”, comenta el experto.
A su vez, como toda herramienta de uso masivo, ChatGPT también resulta un blanco muy atractivo para los actores maliciosos, ya sea para utilizarla con fines criminales, como suplantar su identidad y engañar a personas desprevenidas. Probablemente, esta tendencia continuará y no llamará la atención que se sigan viendo casos donde se intente explotar vulnerabilidades o realizar fraudes en su nombre.
ESET invita a conocer su iniciativa Digipadres, y su nota “ChatGPT: ¿una revolución para la educación?” para continuar analizando el impacto potencial de ChatGPT en la educación y como esta tecnología podría transformar la manera en que los alumnos aprenden y se relacionan con los materiales educativos.