Por Patricia Rodríguez
El primer ministro británico, Boris Johnson, defendió este miércoles la gestión de su gobierno para "hacer avanzar el país" en medio de la pandemia y remarcó la necesidad de que los ciudadanos vuelvan al trabajo tras meses de parálisis por la COVID-19.
El líder tory fue hoy blanco de duros reproches por parte de la oposición, sobre todo del líder laborista, Keir Starmer, implacable en sus acusaciones al Ejecutivo, al que tildó de "incompetente" en su respuesta ante la crisis y al que exigió "responsabilidad" a la hora de mantener decisiones políticas.
En la primera sesión de preguntas al primer ministro tras el receso estival, fueron varios los diputados que también echaron en cara a Johnson los "giros radicales" que parece haber dado en algunas de sus decisiones de los últimos meses en cuestiones delicadas sobre educación o en el manejo de la pandemia.
Uno de esos asuntos fue la manera en que el ministerio de Educación decidió evaluar en un principio, mediante un algoritmo que resultó defectuoso, a alumnos de los últimos años de secundaria, cuando la pandemia obligó a cancelar los exámenes estatales.
El Gobierno tuvo que recular cuando se demostró que ese algoritmo no funcionaba, pues trataba a los jóvenes como meros números y no como personas, cuyo rendimiento podía depender de muchos factores.
El gobierno conservador ha mantenido en reiteradas ocasiones que sus cambios de parecer han sido inevitables dentro del actual contexto global, en el que los avances científicos son cambiantes y van determinando la manera de gobernar.
En su defensa, Johnson también arguyó hoy que "lo que ha ocurrido en realidad" es que su gobierno "ha tenido éxito a la hora de virar la tendencia de la pandemia" en este país.
"Pese a la negatividad de la oposición, ahora tenemos gente de regreso en los colegios y de vuelta a los trabajos", observó.
PROTECCIÓN DEL EMPLEO
Desde la oposición también se urgió a Johnson a extender el llamado programa de protección del empleo, introducido a consecuencia de la pandemia a fin de evitar que las empresas despidan a sus trabajadores.
La iniciativa, que ha costado al Gobierno 40.000 millones de libras (44.600 millones de euros) y que termina a finales de este mes, ha permitido que ciudadanos a los que la crisis ha impedido trabajar puedan seguir cobrando un porcentaje -del 80 % y del 70 %- de sus salarios mensuales.
Con respecto a ese punto, el líder del Partido Nacionalista Escocés (SNP) en el Parlamento, Ian Blackford, preguntó, no sin ironía, al primer ministro si se plantearía "cambiar de parecer" y ampliar el citado programa "para proteger a las personas".
Ese diputado mencionó que en países como Francia, Alemania e Irlanda iniciativas similares se prolongarán hasta 2021 pues sus líderes han optado por tomar "decisiones morales".
Según Johnson, el programa aplicado por su gobierno, que ha respaldado a 11 millones de ciudadanos, es "mucho más generoso" que los decididos por esos países e insistió en que el Ejecutivo británico "está ayudando a los ciudadanos a volver a sus trabajos".
Para ello, se destinarán 2.000 millones de libras (2.224 millones de euros) "a apoyar a los ciudadanos, y a los jóvenes en particular, a acceder a los empleos que necesitan", dijo.
El "premier" subrayó que la "diferencia" entre los laboristas y los conservadores es que ellos "quieren mantener a la gente sin trabajar" mientras que el Ejecutivo quiere "que este país avance".
"Es muy importante que logremos que la gente vuelva a sus lugares de trabajo de manera segura frente a la COVID-19 y haremos absolutamente todo lo que podamos para darles confianza en que la vuelta al trabajo es una buena idea", afirmó.
Durante el intercambio entre ambos líderes políticos en los Comunes, algunos medios nacionales consideraron que el "premier" no estuvo a la altura y no supo defenderse con contundencia ante los interrogatorios del inquisitivo Starmer.