El presidente chileno, Gabriel Boric, instó este martes a la sociedad chilena a "salir de las trincheras" y a trabajar juntos, desde todo el arco ideológico, para acometer y resolver los problemas urgentes que demanda la ciudadanía desde el 18 de octubre de 2019, cuando surgieron las protestas populares conocidas como "estallido social".
En un discurso desde el Palacio de La Moneda (sede de Gobierno), el mandatario subrayó, asimismo, que "no fue una revolución anticapitalista ni tampoco una pura ola de violencia. Fue una expresión de dolor y de las fracturas de nuestra sociedad a las que la política no ha sabido dar respuesta".
"Es tiempo de que salgamos de nuestra zona de confort para interpretar lo que pasó y actuar", subrayó antes de ofrecer su apoyo a las fuerzas de Seguridad, condenar la violencia e instar a no olvidar ni las demandas de la sociedad ni las violaciones de los derechos humanos que se produjeron en la represión de las marchas.
Además, instó a dejar de lado las lecturas ideológicas sobre el estallido que dividen a la sociedad chilena e instó a entender que "una ruptura de esta magnitud debe empujarnos a mirar lo que no queremos ver".
E invitó a oposición, empresarios y ciudadanía a "no quedar arrinconados en cómodas veredas" y a resolver los problemas de la sociedad "con más democracia y no con menos", subrayando que la intención del Gobierno es "dialogar y construir puentes con sectores políticos que no piensan igual" para que las reformas propuestas se aprueben.
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"SE DIJERON MUCHAS COSAS EXCESIVAS"
En tono conciliador, el presidente -elegido el pasado diciembre- reconoció que durante las movilizaciones "se dijeron y se hicieron muchas cosas excesivas, nos agredimos unos a otros y somos muchos los que sentimos que en ese periodo las cosas llegaron a un extremo que no debieran haber llegado".
Boric recordó que durante este período, que se prolongó con marchas casi diarias hasta el estallido de la pandemia, más de un millón de personas llegaron a concentrarse en las calles de Santiago, y decenas de miles más en el resto del país, con más del 70 % de la población abierta a la movilización callejera.
El ahora jefe de Estado, que participó en las protestas, también tuvo palabras para las víctimas y recordó que durante la represión hubo muertos, abusos sexuales, mutilaciones oculares y personas que sufrieron lesiones y otras violaciones físicas y de sus derechos mientras se manifestaban.
"Es indispensable que en democracia los abusos policiales se investiguen y se sancionen. Esto no puede quedar impune", afirmó antes de enfatizar que estas actuaciones "no son representativas de la labor diaria que más de 60.000 carabineros realizan".
LA VIOLENCIA NO ES EL CAMINO
En este contexto, denunció el vandalismo que destruyó el epicentro de las manifestaciones, causó daños al el comercio y el patrimonio, y advirtió que "la violencia se volvió contra las propias causas del estallido".
"La protesta social no puede ser sinónimo de violencia, no puede cobijar ni justificarla porque va en contra de sus principios y sus propósitos y en contra de su vocación de mayoría para cambiar la realidad", indicó antes de condenar a "los delincuentes" que aprovechan las marchas pacíficas para ocultar sus delitos.
El mandatario cerró con una reflexión para acercar las dos miradas sobre el estallido: "No hay una dicotomía entre ambas posiciones y lo vamos a defender".