Joseph Blatter y Michel Platini cumplen tres años de sanción, fecha que sitúa al primero en el ecuador de su castigo; al segundo a un año de finalizar el mismo y que marca el inicio del trienio transformador que ha vivido el gobierno de la FIFA.
En mitad del shock que supuso el estallido del "FIFA-Gate", con registros en su sede en Zúrich y detenciones de algunos directivos, la propia FIFA movió ficha con jaque mate a quien había sido su presidente durante 17 años y a quien pretendía sucederle.
Aquel segundo jueves de octubre de 2015 supuso el particular "fin y principio" de la organización deportiva más poderosa del mundo y se llevó por delante la amortizada carrera de Blatter y la supuestamente imparable de un triple ganador del Balón de Oro.
La Comisión de Ética independiente que el mismo Blatter había incluido para evitar sospechas engulló a su creador con una suspensión temporal de 90 días por presunta corrupción y alcanzó a Platini, igualmente castigado.
Junto a ellos cayeron el que ya era exsecretario general, el francés Jerome Valcke -diez años- y otro de los aspirantes a relevar a Blatter, el surcoreano Chung Mong-joon, que consiguió rebajar su castigo de seis años a quince meses.
Pero el calvario de Blatter (SUI) y Platini (FRA) ha seguido otro camino. Unidos como presidente y asesor desde la llegada a la presidencia del primero (1998) y distanciados casi hasta la enemistad con el paso del tiempo, los dos se quedaron fuera de juego hoy hace tres años por algo sucedido hacía más de una década.
El pago "en perjuicio de la FIFA" de unos dos millones de euros que Blatter hizo a Platini en 2011 por trabajos hechos entre 1999 y 2002 fue el motivo de una sanción, que de ser provisional pasó a ocho años, aunque luego fue reducida a seis en Apelación y rebajada a cuatro solo para el francés por el TAS.
Con ambos fuera de foco, la FIFA se empeñó en reinventarse para apartar de sí las sospechas de corrupción que la acechaban desde tiempo atrás, pero especialmente desde que en 2010 concedió a Rusia y a Catar la organización de los mundiales de este año y el de 2022.
Aquella sanción llegó con las elecciones a la presidencia en marcha por la dimisión de Blatter días después de su quinta elección y frenó en seco la aspiración de favorito que ejercía Platini. Todos sus recursos para poder optar al cargo fueron desestimados y de ello surgió la FIFA actual.
Un organismo que encabeza quien fue su número dos en la UEFA. Gianni Infantino pasó, en siete años, de entrar en ésta para trabajar en asuntos jurídicos a ser secretario general y mano derecha de Platini, que vio en él a su mejor reemplazo para presidir la FIFA porque él no podía.
La visión de Platini no falló. Infantino ganó en la segunda votación de las elecciones de febrero de 2016 y desde entonces preside una federación en la que ya no están los responsables de aquella Comisión de Ética que provocó su llegada.
La FIFA 2.0 de Infantino, con sus principios de "transparencia, responsabilidad, cooperación e inclusión", prescindió hace más de un año de los jueces Eckert y Borbély que tantas sanciones dictaron, como las de Blatter y Platini, y encara una nueva etapa con elecciones ya programadas para el 5 de mayo de 2019.
Mientras, con 365 días de sanción aún pendientes, Platini espera que el Tribunal Europeo de Derechos Humanos rehabilite su imagen y Blatter, fiel a su estilo, aprovecha cualquier ocasión para defenderse. Una de las últimas fue el pasado mayo antes de viajar como espectador al Mundial de Rusia. "Lo que hice fue pagarle a alguien lo que habíamos prometido. Todo está en los libros de contabilidad de la FIFA".