La selección de Argentina lucha en esta Copa América de Brasil 2019 consigo misma por sacarse de encima de una vez por todas un corsé en forma de presión y falta de confianza en sí misma que se ha vuelto su peor enemigo al constreñir su juego desde hace ya varios años.
El temor a las iracundas críticas en un país donde el fútbol es casi una cuestión de estado han mermado el potencial de jugadores jóvenes que triunfan en sus clubes pero que en la selección les cuesta mucho más mostrar lo mismo.
El problema es más psicológico que futbolístico. Los jugadores están, el talento lo tienen, pero el miedo a fallar a una nación que vive cada partido de la Albiceleste a flor de piel les impide arriesgar en los lances de juego para no agregar una decepción más al largo historial reciente que tiene el equipo argentino.
"A veces cuando no te salen las cosas empiezas a agarrar una cierta desconfianza. Yo creo que el fútbol pasa mucho por la confianza y la cabeza", apuntó el domingo el centrocampista Rodrigo De Paul tras ganar a Catar (0-2) y clasificarse para cuartos de final.
Eso bien lo sabe su seleccionador, Lionel Scaloni, que en cada intervención pública que hace repite por activa y por pasiva que no se le ponga tanta presión a un grupo en su mayoría de jugadores jóvenes, algunos todavía sin el carácter y madurez suficiente para no verse afectados por las críticas.
En la víspera del crucial partido contra Catar, donde Argentina estaba obligada a ganar para no quedar eliminada de la Copa América en la primera fase, Scaloni advirtió que "estos chicos necesitan apoyo y no tanta presión encima sobre si el partido es a vida o muerte".
"Necesitamos más apoyo porque no nos ayuda si no tenemos apoyo al menor traspié. Son jugadores que necesitan apoyo para dar lo mejor y que el clima sea positivo", solicitó Scaloni.
Después de lograr el pase a cuartos, el técnico argentino volvió a pedir paciencia para su equipo porque "parece que los jugadores tienen que salir a la guerra en cada partido, pero con esa presión es complicado".
Durante el encuentro contra el equipo árabe, la Albiceleste encontró su mejor versión por momentos, pero en otros le invadió de nuevo el miedo a no lograr el triunfo y eso los diluyó en la cancha, los pases fallados se multiplicaron y la sensación de zozobra campaba a sus anchas.
"Muchos jugadores jóvenes que no están acostumbrados a estas situaciones de tener que ganar. En ciertos momentos no acelerábamos y en otros no tocábamos el balón cuando se necesitaba. Hablé que teníamos que estar tranquilos para hacer buen fútbol", contó Messi al terminar el partido.
El capitán y estrella de la Albiceleste tiene mucho que ver también en la leve mejoría que experimenta poco a poco la selección, pues logró convencer a Scaloni de jugar con un 4-3-3, un sistema casi idéntico al que utiliza el Barcelona, y con el que Messi pudo intervenir más en el ataque de Argentina.
El defensa Nicolás Otamendi, otro de los líderes en el vestuario de la Albiceleste, reconoció que la selección debe soltarse un poco más en cada partido "y no tener la presión de errar un pase".
"Tenemos jugadores de muy buen pie y tenemos que saber aprovecharlo, pero para eso hay que animarse, soltarse. No tener la presión de cometer un error. Ahora tenemos unos días para entrenar", apuntó Otamendi también tras el partido contra Catar, del que reconoció que hubo fallos defensivos que deben corregir.
Precisamente la fórmula planteada por Scaloni para recuperar la confianza es la del "fútbol de formación", con pases cortos y sin riesgo que ayuden a elaborar jugadas y vayan dando paulatinamente a recuperar la seguridad en sí mismos.
Se trata de una estrategia que todavía se tiene que afinar, pues como apuntó Otamendi el equipo argentino adoleció por distintas fases del partido de muchas imprecisiones para salir con el balón jugado.
Tras quitarse el peso de encima de no quedar eliminados en la primera fase del torneo, lo que habría sido un fracaso histórico, seguramente Argentina afrontará más tranquila su duelo de cuartos contra Venezuela el viernes 28, en el estadio Maracaná, donde la Vinotinto someterá la mejoría de la Albiceleste a una gran revalida, de nuevo sin margen de error para seguir en la Copa.