Los miembros de la Guardia Civil que participaron en la búsqueda del niño de ocho años Gabriel Cruz, en febrero de 2018 en España, aseguraron este miércoles que la autora confesa de su muerte, la dominicana Ana Julia Quezada, nunca dio signos de arrepentimiento.
En la tercera jornada del juicio en los juzgados de Almería (sur de España), comparecieron hoy como testigos varios agentes que desmontaron la versión de Quezada sobre su arrepentimiento por haber matado al pequeño, hijo de su expareja, y su posterior intento de suicidio.
Tras una búsqueda que implicó a miles de personas, la acusada fue detenida con el cadáver del niño en el maletero de su automóvil, después de que lo hubiera desenterrado para cambiarlo de lugar.
Según la versión de Quezada, su intención posterior era tomarse todas las pastillas que llevaba encima para suicidarse, ya que no podía soportar la presión de tener que guardar el secreto sobre lo que había hecho.
Sin embargo, y gracias a una grabación de la Guardia Civil, hoy se demostró que mientras la acusada introducía el cuerpo del pequeño en el coche se decía a sí misma: "Tranquila, Ana, no vas a ir a la cárcel".
Los agentes pudieron escuchar también "cómo mete el cuerpo en el coche, sacude las manos y dice: A dónde lo llevo ahora, a qué invernadero lo llevo", según explicó hoy en el juicio el teniente instructor de las diligencias del caso.
Los miembros del jurado pudieron escuchar también como las parejas que Quezada tuvo en España la definieron como una persona "fría, calculadora, muy materialista", que se había casado con diferentes hombres "por dinero".
El pequeño Gabriel fue buscado durante doce días de su casa de Níjar, una zona rural de la provincia de Almería, en el sur de España.
Tras ser arrestada , la acusada confesó ser la autora de la muerte, aunque aseguró que no quiso hacerlo, y ahora en el juicio mantiene esa versión.
Quezada, que se encuentra encarcelada de forma preventiva desde su detención, afronta la posibilidad de ser condenada a la pena de prisión permanente revisable, la máxima condena que contempla la ley española, prevista para asesinatos especialmente graves.
Un jurado de siete mujeres y dos hombres será el que dirima si cometió un asesinato o un homicidio accidental.
Ana Julia Quezada llegó a España en 1995 y se instaló en Burgos, al norte de España, junto a una hija. Posteriormente se casó y tuvo otra niña.
La mayor de ellas falleció en 1996 al caer desde una ventana de una vivienda de Burgos, a un patio interior, un caso que se cerró como una muerte accidental. Años más tarde se mudó al sur donde conoció al padre de Gabriel.