Haffe Serulle, la trayectoria de un dominicano entre actos

miércoles 26 diciembre , 2018

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Foto: Facebook Haffe Serulle

A los seis años tuvo claro que lo suyo era el teatro, y aunque ni se sabe ni se asume un artista, la historia del teatro dominicano no podría contarse sin Haffe Serulle.

Para él el teatro significó desde muy pequeño un acto de rebeldía: su madre lo imaginaba médico y su padre soñaba con que estudiara economía para que se convirtiera en un prestigioso banquero, no dramaturgo ni director escénico ni escritor y tampoco docente.

Si hay una primera marca que destaca y acompañaría su obra es esa misma rebeldía con la que más tarde despuntaría su carrera.

Jamás se apartó del teatro desde que descubrió que -admite- “el arte es todo aquello que vemos y vivimos a diario, y que más tarde transformamos en otra cosa que nos invita a pensar y recrear la vista”.  Entendió -dice- que allí se encontraba la clave para hacer arte.

De ahí en adelante Haffe se dispuso a acumular los esfuerzos necesarios que lo consagrarían como uno de los dramaturgos y directores escénicos más importante de la República Dominicana.

Obra La danza de Mingo | Foto: Facebook Haffe Serulle

Aunque nació en San Francisco de Macorís en 1947, a los cuatro años se mudó junto a sus padres a una zona rural de Cotuí. La realidad social del Cotuí de entonces, esa misma realidad social que hoy sigue muy arraigada en su teatro, alimentó y definió todo el rastro de su creación.

“En el proceso de la creación artística interviene mucho la formación humana del creador, su visión de la sociedad, de la humanidad; su vínculo con la sociedad, sus preocupaciones políticas, sociales, antropológicas y culturales”, dice Serulle tan pausadamente que al hacerlo su paciencia se revela propia a la de un artesano. Y agrega: “Creo que el teatro está necesariamente vinculado a toda la reacción humana por lo social”.

Para el veterano dramaturgo, que siempre ha tenido un motivo para hacer teatro, su proceso de creación artístico se da de una manera muy concreta:

“Yo asumo la realidad como mía, luego la transformo, y al transformarla trato de encontrar el producto artístico que está resumido e implícito en ella. Claro, el producto será arte, no realidad”.

En el 1965 cuando recién concluía la Revolución de Abril sus padres decidieron enviarlo a España a estudiar Ciencias Económicas; sin embargo, ya estaba claro que lo suyo era el teatro, por lo que en 1971 regresó al país luego de concluir estudios superiores en la Escuela de Sociología Laboral de Madrid y en la Escuela Superior de Arte Dramático de Madrid, donde estrenó su primera obra dramática Los cazadores.

Haffe, de 18 años, con su padre Don Ángel. Haffe no se fue a Madrid a estudiar Dramaturgia, Don Ángel creía que estudiaría «economía». Don Ángel decidió darle una sorpresa con su visita a Madrid, quien se llevó la sorpresa fue él al ver que su hijo se había inscrito en Dramaturgia en la complutense de Madrid | Foto y Texto: Facebook Haffe Serulle

Una huelga que a los 12 años le hizo a su padre, arrocero, porque les pagaba muy poco dinero a sus jornaleros de entonces, y la escuela que a la misma edad fundó en Cotuí, con la cual comenzó a cultivar su vocación por la docencia, son las “imágenes” más representativas que aún Serulle atesora de su infancia. Estos dos hechos -recuerda- marcaron su vida para siempre.

“Busqué una casa que estaba medio abandonada y puse una escuela”. Y añade, como quien evoca un recuerdo no muy lejano: “Aquella labor era totalmente gratis. De ahí surgió mi compromiso con la docencia. Esa vez con los niños, y posteriormente con los jóvenes. Compromiso que ha sido invariable a lo largo de mi vida y con el que moriré, porque jamás me apartaré de la necesidad de dar a conocer lo que he podido aprender en mi vida; o de aprender de los jóvenes a los que yo creo enseñar”.

Teatro acrobático o la acrobacia guerrera

Gracias a su reveladora vocación de autor de rupturas de aquellos años incipientes, a su regreso de España, el veterano dramaturgo y director teatral crea y desarrolla en el país una nueva corriente teatral denominada “Teatro acrobático”.

“A mi retorno al país vine pensando en mochas, cuchillos y machetes para lanzarlos a los opresores de entonces. Y esos cuchillos, machetes y mochas aparecen en mi mente porque yo solo pensaba en el poema Hay un país en el mundo, de Pedro Mir”, cuenta con entusiasmo Serulle.

Así fue como la idea de adaptar y convertir el poema del insigne poeta nacional en un gran espectáculo teatral se convirtió en la motivación fundamental de Haffe Serulle para dar vida a la “Acrobacia guerrera”, con la cual el teatro de Serulle se inscribiría más tarde en un teatro de rupturas en términos de teoría, metodología y puesta en escena. “De forma que, mi primer intento, para luego yo trabajar con el teatro de la forma que lo haría, fue este contacto con Pedro Mir. De ahí nace el Teatro acrobático, de mi necesidad de expresarme a través de su poema Hay un país en el mundo, que es un poema épico, pero igualmente bélico, de imágenes aguerridas”, rememora.

Serulle entendía que su teatro no podía repetir ni los “cánones” del pasado ni nada de lo que estaba establecido como arte teatral, por lo que en Pedro Mir y Hay un país en el mundo encontró el refugio necesario. “En mi mente aparecieron saltos intrépidos, saltos que tenían necesariamente que romper con los saltos conocidos por nosotros, y que tenían que vincularse con el proceso histórico de nuestro país. (…) Tenían que ser saltos para transformar, saltos para combatir, saltos para enfrentar”, dice Haffe con una expresión de solemnidad pintada en su rostro.

Haffe junto a los actores Javier Suero e Iayatac Javier, protagonistas de la obra «Bianto y su señor» | Foto: Facebook Haffe Serulle

Eso era la Acrobacia guerrera -insiste-, una interpretación del salto y la violencia a partir de la realidad transformada en arte para expresarse teatralmente.

Para el fundador y exdirector del Teatro de la Universidad Autónoma de Santo Domingo (Teatro UASD), con 42 piezas teatrales estrenadas (de las cuales ha publicado 12), el resultado de su aventura en el teatro le han merecido ser tres veces el ganador del Premio Nacional de Teatro Cristóbal de Llerena. Su legado en las tablas no ha pasado por alto para el Ministerio de Cultura, que acaba de festejar su virtuosa actividad teatral con la dedicatoria del recién concluido X Festival Internacional de Teatro 2018 (FITE).

“El teatro es mi vida. Es decir, no concibo mi vida sin el teatro, porque en él he estado siempre, en él vivo y él me permite vivir, porque me nutre de energía, transformada esa energía en ideas, en pensamientos, en imágenes; es decir, ¿qué otra cosa puede ser mi vida que no sea teatro?”, concluye el actual director de la Escuela Nacional de Arte Dramático (ENAD).

Edgar Sánchez

Licenciado en Comunicación Social Mención Periodismo, egresado de la Universidad Autónoma de Santo Domingo (UASD).

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