Las lecciones de resiliencia del prisionero 119.104

martes 29 marzo , 2022

Creado por:

Ángel Bello

El pasado 26 de marzo se conmemoró un aniversario más del natalicio de Viktor Frankl, neurólogo y psiquiatra vienés nacido en 1905. Su figura representa una fuente obligada por sus aportes al estudio de la conducta humana y las estrategias de abordaje ante las situaciones que dan al traste con la satisfacción respecto a la propia existencia y la felicidad que todos buscamos.

De 1942 a 1945, Frankl, de origen judío, fue víctima del holocausto de la Segunda Guerra Mundial. La misma suerte corrieron su esposa, sus padres, hermano, cuñada y varios colegas y amigos, pero logró sobrevivir a cuatro campos de concentración, no así ninguno de sus parientes. Sin embargo, se sobrepuso a los más inimaginables abusos contra su integridad física y psicológica, afrontó con conciencia plena el reto de haberse quedado sin nadie ni nada, tan solo con los traumas del pasado, y asumió con arrojo y determinación la construcción de su futuro.

La vida del prisionero número 119.104 de Awschitz nos remite a una historia capaz de generar en nosotros la motivación y la inspiración que a veces necesitamos para continuar adelante, en un mundo tan inseguro como el que vivimos, donde pululan las amenazas.

Las personas resilientes son conscientes de los riesgos que corren, no se consideran invulnerables. Sin embargo, son capaces de aceptar, enarbolando decididamente y sin sentimientos de culpa una actitud positiva que le permite aprender del pasado y enfocarse en lo que tienen antes que en lo que han perdido. Identifican las oportunidades que toda adversidad trae consigo y se trazan metas firmes.

Gozan de una alta precisión en el conocimiento de sí mismas, por lo que reconocen tanto sus fortalezas como sus carencias. No vacilan en pedir ayuda cuando la necesitan y mantienen un sentido del humor con el que amortiguan los reveses propios de los desafíos.

Ser resiliente significa “caer, pero levantarse”, una y otra vez. Tener presente que no tenemos el control de todas las variables, por lo que podemos ser presas del dolor y el sufrimiento, lo cual nos demanda la suficiente adaptabilidad y la flexibilidad no solo para evitar sucumbir, sino para salir mucho más fortalecidos de las adversidades.

Viktor Frankl nunca abandonó su afán de investigación sobre el sentido de la vida y el impacto que este concepto tiene en la salud mental. Después del suplicio que experimentó en los campos de concentración, contrajo matrimonio por segunda vez y desarrolló una dilatada labor profesional que se tradujo en la fundación de la Logoterapia, conocida como la Tercera Escuela Vienesa de Psicoterapia (después del Psicoanálisis de Sigmund Freud y la Psicología Individual de Alfred Adler).

Dictó múltiples conferencias y publicó una extensa bibliografía, siendo su obra cumbre “El hombre en busca de sentido”. Falleció el 2 de septiembre de 1997, a los 92 años.

El prisionero 119.104 es, sin lugar a dudas, uno de los mejores referentes de resiliencia. Nos enseña que el sentido de la vida radica en los motivos que tenemos para existir y que, como nos plantea Albert Ellis, más que los eventos que nos suceden, son nuestras cogniciones sobre esos eventos las que determinan la manera en que nos sentimos. La decisión está en nuestras manos.

Z Digital no se hace responsable ni se identifica con las opiniones que sus colaboradores expresan a través de los trabajos y artículos publicados. Reservados todos los derechos. Prohibida la reproducción total o parcial de cualquier información gráfica, audiovisual o escrita por cualquier medio sin que se otorguen los créditos correspondientes a Z Digital como fuente.

Ángel Bello

Psicólogo y consultor en Capacitación. Maestría en Gerencia y Productividad. Profesor de la Universidad Católica Santo Domingo.

LO MÁS LEÍDO