Me refiero a las dificultades para la satisfacción de las necesidades básicas, lo cual obliga a muchos a, simultáneamente, trabajar, lo cual limita el tiempo que pudieran dedicar a realizar las asignaciones académicas. Esto, sin contar los numerosos casos de personas muy jóvenes que, al tiempo que estudian, son jefes y jefas de hogar, situación ésta que complica la obtención de un título.
La pobreza extrema, así como también el inicio prematuro en la actividad sexual, representan apenas dos de los factores que más inciden en la deserción escolar.
Sin embargo, este panorama, lejos de desanimar a la inmensa mayoría de nuestra población estudiantil, fortalece día por día su espíritu resiliente y su compromiso inexpugnable con su porvenir y el futuro.
La ocasión es propicia para remembrar aquella emblemática canción de la compositora y cantante chilena Violeta Parra "Me gustan los estudiantes", popularizada también por las voces de la cantante argentina Mercedes Sosa y también de la agrupación musical venezolana conocida como Los Guaraguao. Y es que, mientras en las décadas de los 60, 70 y 80, los estudiantes fueron "la levadura del pan que saldrá del horno con toda su sabrosura para la boca del pobre que come con amargura", en esta era de la información y la comunicación la presente generación ha de hacer de la información la materia prima para lograr el empoderamiento que requiere el desarrollo humano sostenible.
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Si bien es cierto que ayer las luchas estudiantiles propugnaban por la erradicación de inequidades sociales representadas en la política imperialista y la preeminencia de regímenes totalitarios, hoy día
los nuevos retos instan a los jóvenes de la región a continuar abrazando la educación como la mejor estrategia no solo para salir de la pobreza, sino también para liberarse de la ignorancia que les mantiene a merced de los gobiernos corruptos, el narcotráfico y la violencia.
La promoción de antivalores mediante ciertos ritmos musicales y el culto al consumismo y la pornografía, también se posiciona entre los primeros lugares de los flagelos sociales que contravienen las aspiraciones de una juventud que goce de bienestar físico y salud mental, bajo la premisa de la convivencia pacífica.
En el caso particular de República Dominicana, la efemérides coincide con la crisis electoral sin precedentes que hoy sacude al país, a propósito de la anulación de las elecciones municipales programadas para el pasado 16 de febrero, fijadas ahora para el 15 de marzo.
La ocasión no puede ser mejor para rendir tributo a aquellos estudiantes que "no se hacen los sordomudos cuando se presenta el hecho", dejando escuchar su voz a través de cuantos canales de participación democrática estén a su alcance. Vaya nuestro reconocimiento a los que "rugen como los vientos".
Una voz y un rugido que no precisa de piedras o bombas, puesto que hoy, contrario al pasado, los jóvenes cuentan con el voto como el arma a tomar y las urnas como la más contundente caja de resonancia.
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